Las Mañanitas LM F4404 – Condominos en renta en Los Cabos – Por Dicasi Vacations

Descripción en Español
Las Mañanitas
San José del Cabo, Zona Hotelera.
Condominio 4404
Dentro de una de las zonas residenciales más prominentes y lujosas de San José del Cabo, la vida parece convertirse en un sueño, una utopía. En una tierra desértica, donde los cactus pueblan las colinas por lo demás estériles, existe este sueño tropical, aparentemente burlándose del desierto. Decorado y construido al estilo Hacienda, tan querido en México, es verdaderamente un lugar para recordar. La vida no podría ser más perfecta, por desgracia, lo es.
En el cuarto piso de una de las torres, perfectamente escondido por la construcción natural de los condominios, escondido fuera de la vista, hay un hogar que no puede ser juzgado con palabras. Los sentimientos solo pueden describirlo, y el sentimiento es asombro.
Más allá de una sencilla puerta de madera, con números de alabastro fijados en la madera, el mármol blanco cubre todo el piso, en fuerte contraste con las baldosas rojas fuera de la unidad. Las inmaculadas paredes blancas hacen que la habitación parezca tallada en una perla. A la derecha, una pequeña cocina totalmente equipada espera pacientemente su uso. Las encimeras de granito se colorean en tonos grises y oscuros, y luego se pulen en un espejo. La madera de color natural en tonos claros parece brillar tanto. De vez en cuando, el acabado plateado de los electrodomésticos de cromo inox rompe el vínculo entre el mostrador oscuro y los gabinetes claros, creando un efecto maravillosamente delicioso.
Mientras cuatro taburetes de la barra se alinean en la encimera de granito, una mesa para cuatro en madera oscura se sienta sola en el Diner. Un cuenco de vidrio soplado se sostiene junto a la mesa, y un pequeño minibar espera pacientemente en la esquina.
Con una sala de estar de tres piezas en gamuza blanca, una pequeña mesa de café en madera oscura y un centro de entretenimiento bastante maravilloso, no hay mucho que ocupar la habitación. Algunas mesas y lámparas de esquina están esparcidas en las esquinas, y un jarrón grande y algunas esferas parecen ser todo. Incluso las cortinas parecen inocuas, pero más allá de la puerta corrediza de vidrio, el paraíso se revela de maneras tan maravillosas y magníficas que todo cobra sentido. La majestuosidad de la casa no es su interior, sino el poder de la tierra en la que se asienta.
Una vez en la terraza, justo afuera de la sala de estar, dos sillas y una pequeña mesa se enfrentan directamente a un dragón azul acero rugiente tan grande que no se puede ver su extremo; El Mar de Cortés. Se forma una espuma blanca en las olas, donde las aguas azules chocan contra la arena de color claro. Directamente debajo de la unidad, la hierba verde y las palmeras se mezclan con piscinas de zafiro, un oasis perfecto en esta tierra de calor seco. A la derecha de la terraza, fuera del dormitorio principal, dos sillones con cómodos cojines dan al mar y a la playa, todo hasta perderse en la curva de tierra al final de esta vasta bahía. Al otro lado, junto al Segundo Maestro, un comedor para seis personas espera pacientemente las reuniones bajo las estrellas o las reuniones familiares a la luz del sol.
La habitación principal parece tener un estilo completamente diferente. Una cama King Size está coronada por un reposacabezas de madera maciza en madera natural de color claro, con cintas y giros en la talla, que aparentemente estiran la madera desde el centro hacia las esquinas. Dos mesitas de noche parecen vigilar a ambos lados de la cama, sosteniendo lámparas de diferentes formas y colores, mientras están al frente; un fantástico y enorme centro de entretenimiento parece haber sido tallado en el tronco de un árbol milenario. Las múltiples formas dentro de la pieza crean un ambiente de misterio. El asombro surge en el sillón de gamuza blanca que se encuentra inactivo junto a la puerta corrediza de vidrio, mirando en silencio el horizonte en constante cambio, con sus tardes turquesas y amaneceres y atardeceres multicolores. El gran conjunto de tocador que da la espalda al sillón es de madera de color claro, y el gran espejo parece reflejar la perfección del paisaje, junto con la perfecta luz que da el sol. Aparentemente manteniendo presionado el peso del espejo, los pilares de madera tallados se retuercen como dragones fantásticos que enmarcan la entrada a otro mundo. El baño del dormitorio principal está escondido dentro de un pequeño pasillo, bordeado por un lavabo doble de hermoso mármol de color claro. El gran espejo que parece conectar ambos lavabos refleja el armario de madera, cuidadosamente resguardado por sus puertas, que a su vez combinan con los armarios de madera debajo de los lavabos. Pasada una pequeña puerta, se accede a la zona del baño. Una vez dentro, una cueva de mármol parece desplegarse, con los azulejos alcanzando el techo dentro de la ducha y hasta la cintura en el resto de la habitación.
La segunda habitación principal tiene un encanto similar al dormitorio principal. La gran y fantástica cama King Size está rematada con un reposacabezas de madera a la manera de una cama Princess, con cortinas y cortinas que cuelgan de las varillas de las cortinas encima del reposacabezas, ocultando la madera y brindando una sensación de majestuosidad difícil de encontrar fuera de un palacio. Las mesitas de noche sostienen lámparas, como guardianes sosteniendo antorchas para defenderse de la oscuridad. Figuras de hierro forjado cuelgan de la pared y un gran centro de entretenimiento de madera frente a la cama. El diamante inimaginable que es el Mar de Cortés brilla y reluce contra el duro sol. En el baño, el mármol de color claro forma dos pequeñas piscinas para los lavabos, encima de gabinetes de madera, y el espejo refleja a la perfección las puertas de madera que esconden el armario. La cueva reabre en esta sala, mostrando, esta vez, una perla contra el suelo arenoso. Esta cama perfecta e impecable es la bañera, con su superficie blanca brillando contra las baldosas de mármol de color sucio. Las cintas de piedra que bordean el borde a la altura de la cintura parecen ser cuerdas que sujetan la piedra, y dentro de la ducha, la restricción se rompe y llega al techo.
El dormitorio de invitados es un mundo completamente diferente. Aquí, dos camas dobles duermen una al lado de la otra, separadas por una mesita de noche en piel de madera. Las sábanas blancas de las camas están rotas por patrones maravillosamente coloridos, que recuerdan las colas de las aves del paraíso. En la mesita de noche, una lámpara de mesa irradia luz y, a la derecha, la madera cubre las paredes ocultando un armario que cubre toda la longitud de la habitación. Una vez más, aparecen dos lavabos en el cuarto de lavado, tallados en una encimera de mármol. El espejo refleja perfectamente toda la zona de lavado, y los armarios de madera parecen de Atlas, soportando el peso del mármol y el espejo sobre sus hombros. Estas cuevas parecen haber sido talladas en piedras grandes y magníficas, y luego cubiertas desde la cintura hacia arriba con una superficie blanca y lisa. Sin embargo, como en las otras dos habitaciones, la ducha permanece intacta, solo la piedra se asoma y se convierte en un pozo donde el agua puede fluir libremente desde el cielo.
Hay un baño más en esta casa, y consta de un solo lavabo de mármol blanco, que se sienta agradablemente encima de un gabinete de madera. En lugar de una ducha, hay puertas de madera que esconden la combinación de lavadora-secadora, imitando perfectamente los tiempos en los que solo los propietarios podían ver, o saber, dónde existían los suministros en la habitación. Por lo demás, todo fue puro lujo.
Bienvenido a casa, a este castillo reducido. Esperamos que tenga una agradable estadía y que nos veamos pronto en este pedazo de cielo.

Descripción English
Las Mañanitas
San Jose del Cabo, Hotel Zone.
Condominium 4404
Inside one of the most prominent and luxurious residential zones in San Jose del Cabo, life seems to turn around into a dream, a utopia. In a desert land, where cacti populate the otherwise barren hills, this tropical dream exists, seemingly taunting the Desert. Decorated and built in the Hacienda style, so beloved in Mexico, it is truly a place to remember. Life could not be more perfect, alas, it is.
In the fourth floor of one of the towers, perfectly hidden by the natural construction of the condominiums, hidden away from sight, is a home the likes of which cannot be held justice with words. Feelings can only describe it, and the feeling is awe.
Past a simple wooden door, with alabaster numbers fixed into the wood, white marble covers the entire floor, in heavy contrast with the red tiles outside the unit. The pristine, white walls make the room feel as if carved out of a pearl. To the right, a small, fully equipped kitchen waits patiently for your use. The granite countertops are colored in grey and dark tones, and then polished into a mirror. The natural colored wood in light tones seems to shine just as much. Every now and then, the silvery finish of the inox chrome appliances break the bond between the dark counter and the light cabinets, creating a wonderfully luscious effect.
As four bar stools line up the granite countertop, a table for four in dark woods sits alone in the Diner. A bowl of blown glass is held by the table, and a small mini bar patiently waits by the corner.
With a three-piece-set living room in white suede, a small coffee table in dark woods, and a rather marvelous entertainment center, there is not much occupying the room. A few corner tables and lamps are scattered in the corners, and a large vase and some spheres seem to be all. Even the drapes seem innocuous, but past the sliding glass door, paradise reveals in such marvelous, magnificent ways, it all comes to sense. The majesty of the home is not its insides, but the power of the land it sits on.
Once in the terrace, just outside the living room, two chairs and a small table face directly into a roaring, steel blue dragon so vast, its end cannot be seen; The Sea of Cortez. White foam forms on the surf, where the blue waters crash against the light colored sand. Directly below the unit, green grass and palm trees mingle with sapphire pools, a perfect oasis in this land of dry heat. To the right of the terrace, outside the Master Bedroom, two lounge chairs in comfortable cushions overlook the sea and beach, all until lost in the curve of land at the very end of this vast bay. Across, by the Second Master, a Diner set for six people waits patiently for reunions under the stars, or family gatherings by the sunlight.
The Master room seems to be an entirely different style. A King Size bed is crowned by a massive wooden headrest in light colored natural wood, with ribbons and twirls in the carving, seemingly stretching the wood from the center and into the corners. Two nightstands seem to take guard on either side of the bed, holding lamps of different shapes and colors, while in front; a fantastical, massive entertainment center seems to have been carved from the trunk of a millennial tree. The many shapes inside the piece create an ambiance of mystery. Wonderment surges in the white suede lounge chair that sits idle by the sliding glass door, silently gazing into the ever-changing horizon, with its turquoise afternoons and multicolored dawns and dusks. The large vanity set that shows its back to the lounge chair is set in light colored wood, and the large mirror seems to reflect the perfection of the scenery, along with the perfect light given by the sun. Seemingly holding down the weight of the mirror, carved pillars of wood twist like fantastical dragons framing the entrance to another world. The bathroom for the Master Bedroom is hidden inside a small hallway, lined by a double sink in beautiful, light colored marble. The large mirror that seems to connect both sinks reflects the wooden closet, carefully shielded by its doors, which in turn match the wooden cabinets underneath the sinks. Past a small door, the bath area is accessed. Once inside, a marble cave seems to unfold, with the tiles reaching the ceiling inside the shower, and waist high in the remaining of the room.
The Second Master room holds a similar allure to the Master Bedroom. The large, fantastical King Size bed is topped with a wooden headrest in the manner of a Princess Bed, with curtains and drapes hanging from curtain rods atop the headrest, hiding away the wood and providing a sense of majesty difficult to find outside a palace. The nightstands holds lamps, like guardians holding torches to fend off the dark. Wrought iron figures hang from the wall, and a large, wooden entertainment center faces the bed. As in the Master Room, it seems as if it have been carved out of a hundred-year-old tree, gently shaped by the patient hands of a master woodsman. In here, instead of a lounge chair, two chairs and a small table sit by the window, patiently watching the artist that transforms the skies, and the waves crashing into the sand in the distance. The unimaginable diamond that is the Sea of Cortez shines and glistens against the harsh sun. In the bathroom, the light colored marble makes two small pools for the sinks, atop of wooden cabinets, and the mirror perfectly reflects the wooden doors that hide away the closet. The cave reopens in this room, showing, this time, a pearl against the sandy ground. This prefect, pristine bed is the tub, with its white surface shinning against the dirt-colored tiles of marble. The ribbons of stone that line the edge waist high seem to be ropes holding down the stone, and inside the shower, the restriction is broken and reaches the ceiling.
The Guest bedroom is entirely a different world. In here, two double beds sleep side by side, separated by a nightstand in wooden skin. The white covers of the beds are broken by wonderfully colorful patterns, reminding of the tails of the Birds of Paradise. On the nightstand, a table lamp irradiates light, and to the right, wood covers the walls hiding away a closet that covers the entire length of the room. Once again, double sinks appear in the wash room, carved into a marble countertop. The mirror perfectly reflects the entire washing area, and the wooden cabinets seem to be Atlas’s, supporting the weight of the marble and the mirror atop their shoulders. These caves seem to have been carved out of magnificent, large stones, and then covered from the waist and up with a white, smooth surface. However, as in the other two rooms, the shower remains intact, just the stone edged out and made into a pit where water can flow freely from the skies.
There is one more bathroom in this home, and it consists of a single sink in white-ish marble, sitting pleasantly atop of a wooden cabinet. Instead of a shower, there are wooden doors that hide away the washer-dryer combo, perfectly mimicking the times where only the owners could see, or know, where the supplies existed in the room. For the rest, it was all pure luxury.
Welcome home, to this scaled down castle. We hope you have a pleasant stay, and that we see you soon in this piece of heaven.